Hace un par de días iba andando por una callejuela de aquí, después de todo un día crapuleando para variar. Iba maldiciendome a mí misma una vez más por ser tan vaga, por dejarlo todo para el final, por no parar de pensar y evitar que me salgan los tumorcitos...Pensaba en los exámenes y lo dura que es esta época para cualquier estudiante, en el sueño y las ojeras. Para variar me había vuelto a equivocar con mi propia previsión del tiempo (como es lógico), tengo que dejar de confiar en que acertar cuándo va a nevar 2 veces no significa ser doctorada en meteorología... Llevaba el chaquetón verde, mis nuevos pantalones lilas que a pesar de ser de pana el frío traspasa, y mis zapatos naranjas llenos de mierda. Otra vez como un payaso,bah. El caso es que en mi trayecto me crucé con una yonqui que ya he visto más veces y que por una vez iba callada andando sola. Esta vez me fijé en ella. Tendría unos 6 o 7 años más que yo, y venía de comprarse una litrona. Debía tener más frío que yo, pero creo que le importaba una mierda. Respiraba con la boca abierta, y en la cara le podía entrever la calavera. Era piel y hueso. Se me pasó por la cabeza que la vida le habría dado tantas patadas que la dejó sin dientes.
Al pasar por mi lado se cruzaron sus ojeras de heroína y mis ojeras de exámenes. Me reí de mí misma hasta llegar a mi destino con calefacción.
-Hipócrita- pensé.
Lo solemos ser, a menudo. Por eso dejé hace mucho de comparar mi mal con el de otros, porque llegué a pensar que o yo soy gilipollas o lo son los demás. Un señor muy sabiamente me dijo una vez, los problemas son tan grandes como los quieras ver. Y es verdad.
ResponderEliminarSomos una generación dotada de todo lujo y comodidades. Nos deprimimos sobre amores perdidos y suspensos mientras jugamos al ordenador/consolas de múltiples euros, vemos películas en nuestros canales de televisión de pago o nos colocamos con hierba comprada con el dinero de nuestros padres, y nos preocupamos en qué ponernos en la próxima noche o en si aprobaremos el siguiente examen, mientras muchos viven un auténtico infierno. Puede que seamos todos unos hipócritas. O puede que seamos el subproducto de una sociedad de consumo que no nos sacia mental o espiritualmente. Las posibilidades son tan amplias como puntos de vista tiene cada persona. Por cierto, buen poema de Bukowski colgado en mi blog. No te puedo garantizar nada más.
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